En un juicio, muchas veces el único elemento disponible para esclarecer la verdad es la palabra de quien declara. La memoria, la percepción y las emociones se convierten en piezas clave para la justicia. Sin embargo, ¿qué tan confiables son esos relatos?, ¿cómo se diferencia entre lo que realmente ocurrió y lo que puede estar distorsionado o incluso inventado?
Hoy, la credibilidad de los testimonios se ha convertido en un reto central para la justicia en Colombia y el mundo. Ante la ausencia de pruebas materiales, el relato humano se vuelve decisivo. Y ahí es donde la psicología jurídica entra a jugar un papel fundamental.
“En una gran variedad de casos, lo único que se tiene es el testimonio. Los indicios físicos muchas veces no están presentes, y ahí radica la importancia de comprender y analizar lo narrado. Es necesario revisar qué tan precisos son los detalles o si corresponden a hechos realmente vividos o distorsionados”, explica el Juan Camilo Carvajal Builes, director de la Especialización en Psicología Jurídica, y Criminológica de la Universidad Católica de Colombia.
La psicología jurídica pone al servicio de la administración de justicia teorías y técnicas para analizar el testimonio y comprender elementos psicológicos de vital importancia. El Código de Procedimiento Penal incluso prevé que el juez debe tener en cuenta aspectos como la memoria, la sensación, la percepción y la personalidad. “La psicología del testimonio está llamada a brindar herramientas que permitan al juez tomar decisiones judiciales con una base más científica y no únicamente desde la lógica”, agrega el director Juan Camilo.
En la práctica, aún se tiende a pensar que un testimonio es creíble si es consistente en modo, tiempo y lugar, o si una víctima se muestra afectada o un agresor arrepentido. Pero la evidencia científica demuestra que esto no siempre es sinónimo de verdad. De hecho, sin un análisis especializado, la capacidad de discriminar entre relatos reales y falsos es apenas del 50 %, equivalente a lanzar una moneda al aire.
Los escenarios donde más se requiere este tipo de análisis suelen ser procesos por delitos sexuales, especialmente con víctimas menores de edad, así como casos de violencia de género e intrafamiliar. Allí, los psicólogos jurídicos y criminológicos son convocados para evaluar la credibilidad de los testimonios y aportar claridad al proceso judicial.
“Evaluar un relato no es sencillo. Se analiza la memoria, la emoción, la conducta, el lenguaje, además de las características del hecho en sí. Todo esto permite comprender si lo manifestado corresponde a una experiencia real o si está distorsionado. En contextos jurídicos, siempre es necesario descartar la simulación o la disimulación, porque las personas pueden tener motivaciones para evadir consecuencias legales o buscar algún beneficio”, señala el experto.
El reto es aún mayor cuando se trata de menores de edad. Por ley, solo se les puede entrevistar una vez para evitar la revictimización, pero si esa entrevista resulta incompleta, el análisis se ve limitado. La evidencia científica, sin embargo, demuestra que dos o tres entrevistas realizadas por profesionales capacitados no necesariamente implican daño adicional y pueden incluso favorecer el pronóstico clínico.
En este contexto, la formación especializada se convierte en un factor diferencial. La Especialización en Psicología Jurídica y Criminológica de la Universidad Católica de Colombia ofrece un enfoque único en el país: combina el análisis del relato verbal, el lenguaje no verbal y las respuestas psicofisiológicas.
Con herramientas innovadoras como el electroencefalograma, que mide la actividad eléctrica cerebral, y el eye-tracker, que rastrea el movimiento ocular durante el relato, los estudiantes desarrollan competencias para un análisis más profundo y preciso. “El engaño no es solo verbal; también involucra lo no verbal y lo psicofisiológico. El análisis del testimonio del futuro debe orientarse hacia esa dirección”, destaca el director Juan Camilo.
De esta manera, la Universidad Católica de Colombia prepara profesionales capaces de aportar rigor científico a la administración de justicia. Porque en la búsqueda de la verdad, la psicología jurídica no solo acompaña los procesos judiciales, sino que marca la diferencia entre una decisión tomada desde la intuición y otra basada en la evidencia.